Barcelona, 3 de mayo de 2022
Sencilla y trabajadora, de alta sensibilidad y amante de la pintura, la escultura y la lectura, como ella misma decía, su escenario favorito era el laboratorio donde se olvidaba del mundo y su paisaje favorito, la campiña asturiana. Había nacido el 30 de noviembre de 1938, en un pueblecito de Asturias, Canero, pero al año su familia se trasladó a Gijón, a vivir en el hospital psiquiátrico que dirigía su padre. Sin embargo, optó por la Química en lugar de la Medicina y fue entonces cuando descubrió su pasión: la química orgánica.
Conoció a Severo Ochoa, que había sido compañero de estudios de su padre, en una conferencia y Ochoa le aconsejó un doctorado con Alberto Sols, prestigioso bioquímico de Nueva York y, para ello, le hizo una carta de recomendación. Por aquel entonces, Sols esperaba muy poco del trabajo científico de una mujer, pero no pudo negarse a la petición del premio Nobel. Años más tarde, en la entrega de premios Severo Ochoa de investigación de la Fundación Ferrer a Margarita Salas, Sols reconoció que, al verla pedir plaza en su laboratorio para realizar su tesis, pensó: «Bah, una chica, le daré un tema de trabajo sin demasiado interés, porque si no lo saca adelante no importa». Esta anécdota da idea del pensamiento de Sols en aquella época y del machismo que tuvo que sufrir Margarita durante toda su tesis doctoral.
En la facultad había conocido a Eladio Viñuela, que, interesado por la genética a nivel bioquímico molecular, también solicitó hacer la tesis con Sols. Tras la tesis de ambos, fueron becados y pudieron casarse y trasladarse a Nueva York al laboratorio de Severo Ochoa, en el que Margarita nunca se sintió discriminada por ser mujer. Después de tres años en aquel laboratorio, decidieron volver a España para desarrollar sus estudios de biología molecular, aunque antes necesitaban encontrar capital extranjero porque en la España de aquellos años no había dinero para la investigación. Y de nuevo Severo Ochoa les ayudó consiguiendo financiación de la Memorial Fund for Medical Research.
Al regresar a España Margarita volvió a sentirse discriminada. Si bien dentro de su equipo nunca tuvo ningún problema con sus doctorandos, de cara al exterior solo era la mujer de Eladio Viñuela. Por ello, en 1970 Eladio decidió iniciar el estudio del virus de la peste porcina y dejar la investigación del Phi29 exclusivamente, bajo la dirección de Margarita. De esa forma pudo demostrar que era capaz de sacar adelante la investigación por sí misma y ser reconocida como una científica con nombre propio.
Margarita Salas fue, durante 23 años, profesora de Genética molecular en la Facultad de bioquímica de la Universidad complutense, tuvo a su cargo muchas tesis doctorales y ha dejado un vasto equipo de científicos. Siempre se dedicó a la investigación, pero también fue presidenta de la Sociedad Española de Bioquímica, directora del Instituto de Biología Molecular del CSIC, directora del Centro de Biología Molecular Severo Ochoa y presidenta de la Fundación Severo Ochoa. En 2003 fue designada académica de la RAE, en 2007 fue la primera mujer española en ingresar en la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos, entre otros muchos reconocimientos y premios como el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal (1999).
Hasta su fallecimiento, el 7 de noviembre de 2019, fue profesora del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y trabajó en el Centro de Biología Molecular Severo Ochoa de Madrid. Según ella misma decía:
“La ciencia es el conocimiento de todo lo que nos rodea, en ciencia no hay dogmas. En la experimentación normal hay que ser humilde y tomarse los resultados y conclusiones con cierto cuidado”.
“En un futuro no demasiado lejano, la mujer ocupará en el mundo científico el puesto que le corresponda de acuerdo con su capacidad y su trabajo”.
Margarita Salas debió lidiar con el hecho de ser una mujer científica en la España franquista, con todas las dificultades que ello conllevaba. Rompió muchas barreras y luchó hasta el final por conseguir que la ciencia se desarrollase de una manera óptima en España. Es por ello que hoy la Gran Logia Femenina de España quiere reconocer su fuerza, su inteligencia, su constancia y su humildad.