Hellen A. Keller: Escritora y activista, primera persona sorda y ciega en obtener un título universitario
Barcelona, 10 de noviembre de 2021
Hellen Adams Keller nació en Alabama en 1880 en una familia de granjeros. A los diecinueve meses sufrió una grave enfermedad y, por ello, la pérdida total de visión y audición que le provocó una incapacidad total para comunicarse y la convirtió, prácticamente, en un ser incontrolable. A los siete años, sus padres decidieron buscar una instructora y, así, Anne Sullivan entró en su vida y no la abandonó hasta que esta falleció en 1936, plasmando en ella sus conocimientos sobre educación especial con resultados espectaculares.
Después de graduarse en la escuela secundaria, Keller ingresó en el Radcliffe College convirtiéndose en la primera persona sorda y ciega que obtuvo un título universitario. Escritora, oradora y activista política, en 1905 se unió formalmente al Partido Socialista, publicando diversos artículos y más de una docena de libros sobre sus experiencias y modos de entender la vida, entre ellos La historia de mi vida (1903) y Luz en mi oscuridad (1927). A lo largo de toda su vida fue una activista y filántropa destacada; recaudó dinero para la Fundación Americana para Ciegos, fue miembro del Industrial Workers of the World y defendió el sufragio femenino, los derechos de los trabajadores y el socialismo, además de ser una figura importante de la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles tras cofundarla en 1920.
En 1924 se apartó de la política para dedicarse de lleno a la lucha por los derechos de las personas con discapacidades y realizó viajes por todo el mundo ofreciendo conferencias hasta 1957. Por sus logros, el presidente estadounidense Lyndon B. Johnson le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad en 1964. Casualmente, uno de los antepasados suizos de Keller fue el primer maestro para sordos en Zúrich y Hellen reflexiona en su autobiografía sobre ello: “No hay rey que no haya tenido un esclavo en sus antepasados, ni esclavo que no haya tenido un rey entre los suyos”.
Al hablar de Hellen Keller, la ciega genial, no se sabe si pregonar sus virtudes y sus méritos o los de su incansable maestra Anne Sullivan, quien, abandonándolo todo, hizo de la enseñanza especial un apostolado. Paso a paso, fue conquistando primero el espíritu de su alumna, y luego la vida, la luz y la armonía, para su mundo de sombras y silencio. Con infinita paciencia, cariño y destreza, Sullivan libró de esa cárcel a la pequeña y logró que desplegase una ingente actividad intelectual, apreciando el lado amable de la vida a través del tacto.
Hellen Keller falleció en 1968, pero la Gran Logia Femenina de España la recuerda hoy por su capacidad de superación ante la adversidad y su espíritu de servicio generoso a la sociedad, que no habría llegado a existir sin la ayuda y el cariño de Anne Sullivan, tan digna de mención como ella.