«Cómo la Masonería puede contribuir al diálogo entre las diferentes sensibilidades políticas y creencias religiosas que conviven en el Mediterráneo»
El Mediterráneo, entendido en un sentido estratégico, es el espacio que comprende, en su orilla norte, a la Unión Europea y los Países Balcánicos, en la Sur y Este al territorio que abarca el Magreb, Oriente Próximo y Oriente Medio.
Hace 20 años del lanzamiento de la Asociación Euro-Mediterránea, conocida también como Proceso de Barcelona, donde se reunieron a nivel ministerial los entonces 15 miembros de la UE y los 12 Países Mediterráneos no comunitarios, Argelia, Chipre, Egipto, Jordania, Israel, Líbano, Malta, Marruecos, Siria, Territorio Ocupado Palestino, Túnez y Turquía. Posteriormente se incorporarían Mauritania y Libia mientras cambiaban de bando Malta y Chipre, al convertirse en miembros de la UE y Turquía pasaba a ser considerada candidata a la adhesión. Y aunque no son pocos los rasgos de aquella época que se han agravado, son muchos más los que han cambiado, configurando un panorama cada vez más inquietante. París, Ankara y Bruselas nos lo acaban de mostrar de modo brutal.
Recordemos la declaración final de la Conferencia Ministerial Euromediterránea de Barcelona de noviembre de 1995. “Crear un espacio euro-mediterráneo de paz y prosperidad compartida”. Han pasado 21 años y, se mire como se mire, nadie se atrevería a calificar hoy al Mediterráneo como una zona de paz, cuando a los conflictos pendientes de resolución desde hace décadas se le añaden otros focos de violencia descontrolada. Ni de prosperidad, salvo que se cierren los ojos al hecho de que es aquí donde se registra la mayor brecha de desigualdad del planeta, con una renta per cápita en la orilla norte que es 14 veces superior a la de quienes habitan la orilla sur y este. Ni de prosperidad compartida, viendo el comportamiento insolidario de una parte de Europa con la otra, permitiendo la deportación de los refugiados.
Tanto las revueltas árabes de los últimos años como el auge del yihadismo no son más que la visualización de un rotundo y múltiple fiasco.
Así estamos hoy, con una UE que se ha auto excluido como tal en la búsqueda de soluciones a los problemas de la zona y que parece tentada de reforzar su apuesta por la estabilidad, de la mano de dirigentes que no se distinguen precisamente por su sensibilidad para atender a las necesidades de sus pueblos.
Europa ha visto en los últimos tiempos el dramático incremento de refugiados e inmigrantes intentando alcanzar la promesa europea. Una realidad que, sobre todo, a los países del norte, tradicionalmente menos expuestos a la presión migratoria, les ha pillado por sorpresa. Italia, Grecia y España llevan años clamando a los dirigentes europeos una política efectiva de gestión de fronteras y ayuda humanitaria para asistir a todas las personas que se dejan la vida por el sueño del viejo continente.
Nuestro Mediterráneo se ha convertido en el mayor cementerio del mundo.
¿Qué podemos hacer como masonas y masones? ¿Cómo contribuir al diálogo entre las diferentes creencias políticas y religiosas?. En primer lugar, las HH.·. de la GLFE nos planteamos que hacer como personas delante de este campo abonado de intolerancia y de sufrimiento. Creemos que cada una de nosotras, en la medida de nuestras posibilidades, debemos interactuar en nuestro entorno más próximo, en nuestras familias, en nuestro barrio, en nuestro trabajo, en nuestro círculo de amistades, hablando, manifestándonos, solidarizándonos y dando apoyo a organizaciones de acogida y de denuncia ante la vulneración de los derechos fundamentales de los seres humanos.
En segundo lugar, como masonas y mujeres del Mediterráneo deseamos cambiar el rumbo en el Mare Nostrum. Es tiempo (si no es tarde ya) de modificar radicalmente este panorama. Nosotras masonas, con nuestro comportamiento en el mundo profano y también con nuestro ordenamiento interno, podemos ayudar a evitar, en lo posible, acciones y actitudes que contradicen nuestros principios y fines. Llevar a cabo actividades de formación y divulgación, y sobre todo puesto que es lo más factible para nosotras, dar apoyo a las instituciones y las redes que trabajan en esta dirección.
Nuestra actitud ha de ser la de sacar fuera del templo los valores que potencia la masonería.
Estamos ante un futuro incierto, pero el futuro no es fruto del destino ciego ni la casualidad de la materia, sino el resultado de las decisiones y el trabajo en el presente. Somos pues constructoras de nuestro futuro, tanto en lo bueno como en lo malo.
Dentro y fuera del templo debemos practicar las divisas de nuestra Orden…Libertad, Igualdad, Fraternidad, Laicidad, Tolerancia, etc.… Fortaleciendo los lazos entre todos los masones y masonas, podemos ayudar a crear una Masonería liberal y adogmática, fuerte y unitaria en cuanto a valores; quizás entonces, podamos incidir con nuestra presencia y obras en la sociedad.
Creemos que debemos todos y todas los Obediencias liberales y Adogmáticas unirnos y trabajar conjuntamente a través de estructuras ya existentes (UMM; AME; EME, etc.), es la única manera que tenemos de hacer llegar nuestras divisas a la sociedad y la única manera también de no repetir el modelo de nuestros países, en donde cada uno vela por sus intereses sin tener en cuenta el bien común.
Entendemos que nuestros intereses no pueden ir en dirección distinta a la de nuestros valores y principios. Apostamos decididamente por el desarrollo social, político y económico de nuestros vecinos, sabiendo que es imprescindible para mejorar nuestro propio desarrollo y seguridad. Ojalá los y las políticas lo vieran así también.
Tercero, hemos de recuperar pues el espíritu (pero también la letra) del Proceso de Barcelona, convencidos de que el conocimiento mutuo es vital para desmontar estereotipos. Aprender a vivir juntos, en un contexto de diversidad cultural creciente, respetando al mismo tiempo los derechos humanos y las libertades fundamentales, se ha convertido en una de las principales exigencias de nuestra época y seguirá siendo pertinente durante muchos años.
Si así fuera, no habría fanatismos religiosos ni problemas graves. Para clarificar los términos vinculados a la religión es necesario redescubrir la humanidad de la religión. Esta condición humana implica tener muy presente el vínculo entre la espiritualidad y la psicología (aspecto individual e interno), así como entre la espiritualidad y la sociología (aspecto colectivo y externo).
Las carencias personales afectan significativamente a la forma en que se vive la religión, la apertura a las formas de espiritualidad, y los retos del diálogo interreligioso. Por todo ello, se pone de relieve la necesidad de concretar en acciones, la reflexión y el diálogo para superar la incoherencia entre los discursos teóricos, las leyes y la vivencia de los valores.
Hay que contrarrestar las causas estructurales que sirven de caldo de cultivo para el florecimiento de opciones radicales y violentas. “Que la paz reine sobre la tierra” repetimos al final de nuestros trabajos en logia. La paz comienza en uno mismo y se expresa en el mundo a través de la acción.
Uno de los valores para transformar el futuro es la buena fe. La buena fe no es ingenuidad sino un valor que nos faculta para confiar en la persona y en su capacidad de corregir los errores del pasado y construir escenarios más dignos para el ser humano.
La creatividad, romper la monotonía establecida e imaginar nuevos retos y nuevos mecanismos de intervención con flexibilidad.
El coraje para afrontar los retos de futuro. Hay que posicionarse de manera clara y firme ante los grandes desafíos que se perciben en el horizonte.
La crítica respecto al pasado es necesaria para evitar que se repitan los errores en un futuro.
La perseverancia, es decir, no bajar los brazos delante de las dificultades sino plantar cara para superarlas. Porque para dar forma a algo hay que mantener durante mucho tiempo una presión continuada.
La magnanimidad. Para afrontar el futuro con dignidad hace falta una cierta voluntad de hacer grandes cosas, plantearse grandes.
La esperanza, valor de futuro al igual que el perdón es el valor del pasado. La esperanza es un valor que se construye con realismo y que nos faculta para trabajar hacia un futuro mejor.
Hoy aquí queremos poner esta esperanza en dos puntos: 1º En el proceso de Barcelona, creemos proyectos conjuntos basados en nuestras premisas de libertad, igualdad, fraternidad, laicidad, tolerancia y respeto y llevémoslos a la asociación euromediterránea. 2º En las y los jóvenes masones de los cuales han de surgir estas propuestas y orientaciones para la mejora de la gestión de la diversidad, acciones que promuevan el diálogo intercultural e interreligioso, puesto que ellos son el futuro inmediato.
El signo de nuestro tiempo se distingue por la omnipresencia de las nuevas tecnologías en todos los aspectos de la vida individual y colectiva. Pensamos que son una herramienta clave en este proceso. Sirven para poner en común luchas y reivindicaciones, para difundir la información de forma directa prescindiendo de los medios de comunicación oficiales, convocar actos conjuntos a nivel planetario y, finalmente, para construir alternativas.
Hoy en día tiene más poder de convocatoria medios como Facebook y Twitter que los medios convencionales.
A través de estas tecnologías es posible la comunicación inmediata salvando todo tipo de distancias; el acceso a un gran volumen de información de forma directa, adquiriendo conciencia de qué es lo que sucede en cualquier otra parte del mundo; aumentar la eficacia y la eficiencia en nuestra manera de trabajar y de organizarse de forma colectiva para incidir y participar socialmente.
A modo de ejemplo:
El Movimiento 15-M, también llamado movimiento de los indignados, fue un movimiento ciudadano formado a raíz de la manifestación del 15 de mayo de 2011 (convocada por diversos colectivos), donde después de que 40 personas decidieran acampar en la Puerta del Sol esa noche de forma espontánea,2 se produjeron una serie de protestas pacíficas en España, con la intención de promover una “democracia más participativa ” así como una «auténtica división de poderes» y otras medidas con la intención de mejorar el sistema democrático.
Toda la convocatoria de este movimiento se hizo a través de las redes sociales (Facebook, blogs, Twitter, etc.).
Los jóvenes se mueven con facilidad en los medios, por tanto proponemos a los jóvenes de todas las Obediencias de la UMM que se impliquen de forma operativa, online, en la creación de un proyecto conjunto para difundir los valores masónicos que tanto apreciamos y que tanto deseamos promover e inculcar, como por ejemplo la Laicidad, la Tolerancia, la libertad de conciencia y de credo desde el respeto, la Igualdad, la no violencia… y a través de las redes sociales divulgarlo por todos los países del Mediterráneo.
Si nosotras y nosotros no proyectamos ese entusiasmo por llevarlos a la vida real en todos los ámbitos, nuestras palabras no valen nada. Los valores se vacían si no echan raíces en un contexto real, no se comprenden, no crecen, no permanecen, no alientan, no edifican, no enseñan, no acercan, no dicen nada si no les damos vida.
Esta es la gran Utopía. “Un mundo mejor es posible”,…ojalá que así sea!!!!! Toledo GLFE