Antes de la llegada de los pueblos indoeuropeos, de tradición solar, androcéntricos y fundadores del patriarcado, casi todas las culturas mediterráneas seguían una mitología de culto a la Tierra, con una diosa, la Madre, como divinidad principal. La Diosa más importante de la mitología cartaginesa fue Tanit, consorte de Baal y patrona de Cartago. Se la identificaba con la alegría, la fertilidad, la cosecha, la guerra y el inframundo.