LA LLAVE


Barcelona, 24 de febrero de 2023

La llave es un objeto corriente, que se utiliza para dos acciones contrarias: abrir y cerrar distintos recintos. Aunque su uso está sustituyéndose por tarjetas, botones, códigos, etc., la imagen simbólica permanece y es posible que perdure a lo largo del tiempo.
Su utilización es prosaica, cotidiana, sin embargo, puede provocar asociaciones simbólicas importantes y, de manera figurada, recurrimos a ella en expresiones populares tales como “la llave del éxito”, “la llave de la felicidad”. Cuando encontramos una llave, o vemos representada una llave, tendemos a imaginar que abre antiguos arcanos, es decir, antiguos secretos, ocultos y misteriosos, de naturaleza esotérica. Y también tesoros, tanto económicos como sentimentales: joyas preciosas, cartas de amor, de condena, de reconocimiento, de delito…
En algunas ocasiones le otorgamos igual significado que la palabra “clave”, con lo que se introduce ya un matiz de misterio, y significa que con ella podemos lograr la comprensión, la interpretación de algún texto o símbolo enigmático de particular dificultad, o solo destinado a quienes están en el secreto, o tienen poderes especiales o lo merecen por su especial sabiduría o valor moral.
En las culturas antiguas son muchas las figuras importantes que van acompañadas de una llave, como la diosa Hécate, en la mitología griega, o Isis y Osiris, en el antiguo Egipto, que representan a los personajes importantes portando el Ankh, la Cruz Ansada para simbolizar la Vida Eterna.
En la iconografía religiosa cristiana está presente en figuras clave, como san Pedro portando las Llaves del Reino, que le dan el poder de atar y desatar aquí en la tierra y así será atado y desatado en el Reino de los Cielos, como se desprende también del apotegma hermético “Como es arriba es abajo”.
Jano, el Dios bifronte, representado muchas veces con un rostro femenino y otro masculino, similar al Rebis alquímico, y que se hace eco del hermafroditismo de algunas entidades no terrestres, simboliza con ambos rostros que mira al pasado y al futuro. En su caso, es el portador de dos llaves, que simbolizan las puertas solsticiales, de mucha importancia en la Francmasonería, que celebra ambos solsticios. En otras ocasiones, como Dios de la Iniciación, Jano lleva dos llaves una de oro y otra de plata simbolizando los Grandes y los Pequeños Misterios respectivamente.
En la Francmasonería la llave es muy importante. Irène Mainguy explica que ya la encontramos en los Antiguos Deberes, asociada a la lengua, la cuerda y el deber. Y dice: “(…) Quien posee la llave tiene el poder de aceptar o rechazar su uso. La posesión de una llave produce la alegría de un mundo protegido por una cerradura. Es un universo cerrado, al que el acceso está salvaguardado”.
La llave sirve pues, para designar la interpretación de un texto o una realidad recóndita que se nos escapa, y uno de sus significados simbólicos más interesantes, es el de la lengua, efectivamente. Pero también el de protección, pues permite que nos aislemos en un lugar seguro, así como también nos permite preservar de miradas indiscretas nuestros secretos y objetos valiosos. Y da acceso a tesoros a los que solo puede acceder quien tiene la llave, la clave.

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