A la búsqueda del símbolo

EL LABERINTO

                                                                                        Barcelona, 19 de enero de 2023

En la película El Resplandor de Kubrick (1980), de la que, según se dice, desvela secretos illuminati, la escena final, cuando el vigilante del hotel, enloquecido, persigue a su hijo pequeño, se realiza en un laberinto.
Aunque en la cultura occidental todo comenzó con el laberinto de Creta, donde estaba confinado el Minotauro, vemos que la idea del laberinto como algo de índole misteriosa, sigue presente en nuestros tiempos.
Lo más sorprendente de los laberintos, que se conocen desde el siglo II antes de nuestra era, es que se trata de una construcción costosa en diseño y a veces en materiales (árboles, arbustos, piedra, tallado en piedra…) que no tiene una utilidad práctica.
Los encontramos especialmente en el norte de Europa, en las zonas de influencia celta y en algunas partes del Mediterráneo. Su forma es diversa, puede ser redondo, cuadrado, ovalado, en espiral, y puede tener uno o varios caminos, que acaban en el centro. Algunas veces, la salida del laberinto es muy dificultosa.
Se ignora cuál sería en realidad el uso antiguo de los laberintos, pero hay varias teorías al respecto: que fuese parte de un acto mágico para representar la caída de los animales en la trampa; que fueran representaciones de un ciclo; que tuviesen carácter apotropaico, es decir, la capacidad de alejar a los malos espíritus o almas de los muertos; o carácter psicopompo, es decir, sería una forma de guiar a las almas al Más Allá.
Con las catedrales góticas se renueva el interés por los laberintos y los encontramos en algunas de las más importantes: Amiens, Chartres y Reims. El significado en este caso tendría que ver con el camino que el cristiano debe seguir para llegar a la salvación, aunque también se representa al infierno con un laberinto… Para Guénon la peregrinación es un símbolo de la iniciación, así que la Peregrinación a Tierra Santa es, en sentido esotérico, lo mismo que la búsqueda del Santo Grial o la búsqueda de la Palabra Perdida.
De este modo, el laberinto de algunas catedrales góticas servía para realizar, simbólicamente, el Camino para quienes no podían hacerlo físicamente.
Fulcanelli, en El misterio de las catedrales, da una explicación alquímica de los laberintos. “La imagen del laberinto se nos presenta, pues, como emblemática del trabajo entero de la obra, con sus dos mayores dificultades: la del camino que hay que seguir para llegar al centro –donde se libra el rudo combate entre las dos naturalezas-, y la del otro camino que debe enfilar el artista para salir de aquel. Aquí es donde necesita el hilo de Ariadna, si no quiere extraviarse en los meandros de la obra y verse incapaz de encontrar la salida.” El laberinto representa, pues, la iniciación y se puede comprender que una de sus lecturas es la de ser el camino para llegar al centro, tanto al centro escondido de cada persona como al centro supremo.
Una sorprendente interpretación del laberinto en los sueños es la de Freud. Dice en la Revisión de la teoría de los sueños (1932-33): “Así, la leyenda del laberinto revela ser la representación de un parto anal, los caminos intrincados son los intestinos y el hilo de Ariadna, el cordón umbilical.”
René Guénon, analizando ciertos nudos que se encuentran en las obras del pintor Durero, llega a la conclusión de que se pueden interpretar como si fueran una representación del laberinto, que constituiría, a su vez, un símbolo de la unión de los iniciados entre sí, y, por tanto, una simbolización de la Cadena de Unión francmasona.

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