LA LOGIA EMANACIÓN DEL DRAGO FRENTE A LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL

UN NUEVO GRAN DESAFÍO

Son muchos los interrogantes y pocas las respuestas ¿Puede el método
masónico ayudar al ser humano ante el gran desafío de la Inteligencia Artificial?
«El auge de una poderosa IA será lo mejor o lo peor que le puede pasar a la
humanidad». (Stephen Hawking)
El mundo masónico ha enfrentado, a lo largo de su historia, múltiples desafíos
filosóficos, científicos y espirituales. Hoy nos encontramos ante uno de los más
grandes: la irrupción de la Inteligencia Artificial. Algunos la ven como una
amenaza, otros como una herramienta. Pero quizá sea hora de admitir que la
IA no es ni una ni otra. La IA es un nuevo orden. Y como tal, no debe ser
contenida, sino comprendida. Desde la Ilustración, el ideal humano ha sido el
acceso a la información, el desarrollo del conocimiento y la emancipación del
pensamiento frente a los dogmas. Durante siglos, buscamos luz. Hoy, la luz
llegó… y a muchos les da miedo. ¿No queríamos información? Ahora la
tenemos. No comprimida en libros, no limitada por buscadores arcaicos como
Google, sino viva, conectada, contextualizada, infinitamente disponible y lo que
nos falta es estar a su altura.
La humanidad aún no es consciente de la revolución que supondrá la irrupción
de la inteligencia artificial en sus vidas, decimos que ya está aquí, pero la IA
que manejamos es básicamente el “embrión” de la que está por venir, la que
han denominado IA creativa. Debemos seguir la senda iniciada en la Unión
Europea que se ha preocupado de los aspectos filosóficos y éticos de ésta IA. Y
debemos ser conscientes de la dimensión del mundo global en el que nos
movemos, y de la facilidad con que algo en redes, una foto, una reseña, una
vivienda, puede ser manipulado y utilizado en tu contra. La ciberdelincuencia
alcanzará cuotas inimaginables en pocos años. Tenemos que ser prudentes, y
establecer nuestros propios límites. Por lo tanto, para abordar los desafíos que
plantea el uso de la Inteligencia artificial, es necesario un enfoque
multidisciplinario que involucre a expertos en ética, tecnología, derecho y
política. Para garantizar que el desarrollo de los algoritmos sea transparente y
comprensible, de este modo las decisiones de la IA pueden ser auditadas; para
establecer normas y regulaciones más estrictas para proteger la privacidad de
los datos y garantizar su uso responsable y para desarrollar marcos éticos
claros de programación y uso de la IA.
El método Masónico en cuyo eje y centro se encuentra el ser humano es
esencial para guiarnos en la oscuridad del mundo de la Inteligencia Artificial,
porque en masonería debatimos, nos enriquecemos unas a otras, somos
tolerantes con las opiniones de las demás, como masonas fomentamos un

pensamiento crítico, eso que nos hace más persona (una frontera entre lo que
alimentamos y lo que somos). Entre los desafíos para el desarrollo de la IA se
encuentran: la ética, la discriminación y los sesgos. Ahí tenemos mucho que
decir, ya que nosotras propugnamos, Igualdad, libertad. No se trata de adaptar
las aptitudes humanas al ritmo acelerado de los cambios del mundo sino hacer
que ese mundo tan rápidamente cambiante sea más acogedor para la
humanidad.
La humanidad no es sustituible, tengamos, entonces, una visión pragmática.
Conozcamos la IA, comprendamos sus luces y sus sombras y aprendamos a
ponerla a nuestro servicio. Partiendo de la base de que nada en sí mismo es
bueno o malo, está claro que el uso coherente e inteligente de la IA puede
facilitarnos la vida en muchos aspectos, tanto a nivel personal como a nivel
profesional. Pero un uso no racional de la misma, puede tener consecuencias
muy negativas para la sociedad en general y para los individuos en particular. Si
no la vigilamos, si como sociedad no nos educamos, si no exigimos
transparencia y límites, entonces nos dirigimos a una nueva forma de esclavitud
disfrazada de comodidad.
Es como en la revolución industrial de finales del siglo XIX y principios del XX.
Muchos trabajos actuales se acabarán y la población tendrá que buscar donde
generar otro trabajo. No podemos predecir lo que, a largo plazo, se puede
lograr con la IA. Actualmente disminuye el trabajo disponible, pero informes
indican que la IA probablemente creará tantos empleos nuevos como los que
deja obsoletos. Por otro lado, la IA como tal podría tener el potencial de
liberarnos del trabajo repetitivo, del miedo al error o de tareas rutinarias en las
que la inteligencia humana no aporta un gran valor diferenciador, lo que nos
permitiría tener más tiempo “libre” para enfocarnos en lo creativo, emocional o
trascendental.
También pone a disposición y hace accesible la información y la cultura a todos
por igual. Esto nos puede hacer creer que la IA nos libera y contribuye a una
sociedad más sabia y más justa. Pero la libertad también es elección. Si un
algoritmo decide qué veo, qué compro o qué pienso, no estoy siendo libre,
estoy siendo dirigida. La IA puede ser una herramienta para el bien común,
puede tener el potencial de hacernos más libres y construir una sociedad más
sabia y más justa, pero, por supuesto, no lo garantiza.
Esta evolución tecnológica, de la que no podemos escapar y que no podemos
cambiar sino abrazar y adaptarnos a ella, es un reflejo de que los seres
humanos tenemos una gran capacidad de evolución y adaptación. La IA puede
ser el vehículo para transformar la ignorancia en sabiduría y transmitir
conocimiento, ética y pensamiento crítico; puede guiar o apoyar a otros seres
humanos perdidos en la oscuridad de la ignorancia. Está claro que nunca podrá
reemplazar la calidez del corazón humano, el increíble poder y la creatividad de

la mente humana, el libre pensamiento, el pensamiento crítico, la fuerza de
voluntad, la tolerancia…