La búsqueda del símbolo nos lleva una vez más a Portugal, en concreto a la
Quinta da Regaleira en Sintra, que forma parte del Patrimonio de la Humanidad
de la UNESCO desde 1995.
Se trata de un lugar que regala riqueza personal a quien se detiene y se deja
cautivar, allí no hay mejor recompensa que el recuerdo de la experiencia vivida.
Es un enclave mágico que emerge como un compendio de simbolismo
esotérico, cargado de significados ocultos y caminos iniciáticos. Deviene una
ocasión para sentir la llamada a emprender uno de los caminos más solitarios,
y a la vez más mágicos, que cualquier ser humano pueda emprender.

Concebido como un espacio de reflexión y ascensión espiritual, nos invita a
desentrañar los misterios que guardan sus jardines, grutas y construcciones.
Entre todos ellos, centraremos nuestra mirada en las tres columnas y la
escalera de caracol, elementos que, desde su diseño y disposición, despliegan
un lenguaje universal para quien se detiene a dialogar con ellos. Es desde el
diálogo interior que surgen las preguntas justas que nos conducen a la verdad
suspendida que espera ser refutada o verificada.
Las tres columnas representan los pilares sobre los que se basa la
construcción de todo templo simbólico. Un templo que se fundamenta en ellos
para aportar equilibrio y esperanza a la cadena que conforma un engranaje
universal, más allá de todo tiempo y espacio. Cada una de las columnas
representa una virtud que sostiene, metafóricamente, el templo interior del ser
humano. En la imagen vemos las tres columnas sosteniendo la cúpula de una
gruta, lugar oscuro que conduce a las profundidades desconocidas. Nos
adentramos en ella “picando piedra” y clavando los fundamentos que harán que
no se derrumbe mientras nos adentramos, serán sostén y luz interior.
Una columna para la belleza, entendiendo que lo bello es lo bueno. Una belleza
interior que se refleja en el exterior. Reluce por fuera aquello que emana de
dentro, equilibrio estético, armonía de la proporción áurea que nos otorga el
equilibrio moral.
Una columna para la fuerza, robusta y flexible al mismo tiempo, forjada con el
esfuerzo de aprender de cada error y se dobla humildemente ante cada éxito.
La perseverancia del ave fénix que sabe resurgir de sus cenizas.
Una columna para la sabiduría, la más difícil de esculpir y elevar. La columna
que surge del arte de comprender desde la razón y el corazón. Comprenderse
a uno mismo, al otro y al mundo dejando de lado todo prejuicio.

Pasamos a la escalera de caracol que representa el ascenso iniciático. Desde
la profunda oscuridad, donde libremente hemos bajado para subir de nuevo a
la faz de la tierra, para renacer una y otra vez. La escalera de caracol
desciende y asciende en espiral, uniendo simbólicamente los mundos superior
e inferior. Su diseño evoca el viaje del alma, desde la oscuridad de la
ignorancia hasta la luz del conocimiento. Cada paso en la escalera es un
peldaño en el camino hacia la comprensión plena, un progreso que requiere
tanto introspección como acción. La forma espiral de la escalera es también un
símbolo alquímico, que representa la transmutación y el ciclo perpetuo de
muerte y renacimiento. No es un viaje lineal de bajada y subida sino un viaje
cíclico que nos permite ascender mientras profundizamos.
A través del recorrido por la escalera encontramos alegorías al cielo y al
infierno de Dante y, en el fondo, una estrella de ocho puntas, de las que cuatro
resaltan más. La estrella que guía en la oscura noche y nos indica cada punto
cardinal para que sepamos hacia dónde mirar cuando elevemos nuestra
mirada.
Buen viaje queridas lectoras, nos despedimos con una de las frases que
podréis encontrar por allí grabadas: Omnia Mundi Fumus et Umbra.