A la búsqueda del Símbolo: Libro abierto, libro cerrado

Barcelona, 25 de mayo de 2022

En nuestra última entrega, nos habíamos quedado delante de la escalera que sube de la Tierra hacia el Cielo en el cuerpo del Alquimista de Notre Dame de París. Hoy vamos a analizar el símbolo del libro. 

El libro simboliza el saber, la revelación, de ahí que a las religiones judía, musulmana y cristiana se les llame las religiones del Libro, aludiendo a los libros sagrados que ellas mismas han producido. Pero en este momento nos interesan los libros que observamos en las manos del alquimista de Notre Dame, uno abierto y otro cerrado, con una importante relevancia simbólica.

La descripción de Fulcanelli en El misterio de las Catedrales dice así: “(…) De cara a la plaza -y en el lugar de honor- aparece la alquimia representada como una mujer cuya frente toca las nubes. Sentada en un trono, lleva un cetro -símbolo de soberanía- en la mano izquierda, mientras sostiene dos libros con la derecha, uno cerrado (esoterismo) y el otro abierto (exoterismo). Entre sus rodillas y apoyada sobre su pecho yérguese la escala de nueve peldaños -scala philosophorum- jeroglífico de la paciencia que deben tener sus fieles en el curso de las nueve operaciones sucesivas de la labor hermética.”

Pero esta descripción de la conocida imagen tiene un origen diferente al de la alquimia. El filósofo Boecio, del siglo VI, en su Consolación de la filosofía, en la Prosa Primera, describe a la Filosofía “como una mujer de edad avanzada, pero de mirada viva, con una altura incierta, pues a veces su estatura era la del ser humano común y otras veces su cabeza rozaba las nubes o desaparecía en el cielo; en su mano derecha llevaba unos libros y en la izquierda un cetro real. Sus ropas, especiales, hechas por ella misma (…) En las cortapisas dellas estaba injerta una p y en el collar una t y de una letra a otra iban puestas unas gradas a manera de escalera, las cuales eran subida del elemento de abajo al que estaba puesto arriba.”

El libro simboliza, de manera eminente, el conocimiento, la sabiduría. Popularmente se dice, cuando queremos significar que alguien sabe mucho: “habla como un libro abierto”. Encontramos a grandes figuras, como Hildegarda de Bingen, Eloisa, Cristina de Pizán… representadas en su gabinete leyendo un libro, para mostrar que se trata de mujeres sabias.

Por el contrario, el libro cerrado es símbolo de desconocimiento, de ignorancia, o de saberes que por su propia naturaleza deben de permanecer ocultos. Encontramos en La Cábala Mística de Dion Fortune la siguiente apreciación: “La Divinidad manifiesta sus milagros de una manera misteriosa, cuando la ley natural es para nosotros un libro cerrado.”

Pero como ocurre con todos los símbolos, cuando aparece el libro no se refiere solo al conocimiento. En panteones, iglesias, catedrales, monasterios, es frecuente ver tumbas en las que se encuentra un libro sobre la escultura de quien ha fallecido, y eso significa que por sus méritos ha conseguido la gracia de que se le inscriba en el Libro de la Vida, es decir, ha obtenido la vida eterna. Este significado positivo es muy importante, porque no todo el mundo consigue este galardón. En efecto, en el Libro de Henoc, se lee: “Vosotros, pues, fijaos que el pecado pasa, pues su nombre (el de los pecadores) será borrado del libro de la vida y de los libros santos y su raza perecerá por la eternidad (…)”.

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